MENUDESPLEGA

miércoles, 8 de agosto de 2012

Unamuno y Galdós


Son conocidas por todos las desavenencias estéticas de Unamuno con Galdós, hasta el punto que recién muerto D. Benito en 1920, Unamuno se dedicó a despotricar contra su obra, en un acto homenaje.

Dice Unamuno:
“Galdós había nacido en la Gran Canaria, y el Atlántico debió de haber brizado los ensueños de su niñez, pero se fue a Madrid, al centro de la paramera manchega, y pareció olvidar el ritmo rumoroso de su mar materna. A pesar de sus temporadas en Santander, no se oye a la mar en sus obras. Su estilo es de tierra adentro, o, más bien no es de tierra, sino de calle, de calle de cafés y de redacciones de periódicos. No se oye nunca en su obra el canto del Atlántico. Ni el de esa mar petrificada, que es la llanada castellana”.

Unamuno, sí que cantó al mar, al Atlántico de su destierro y al Cantábrico de su nacimiento. En Salamanca no olvidó cantar al mar.
Era impensable para él, que una persona que hubiera nacido en un lugar de mar, no  lo tuviera presente en su obra.

En el exilio, Unamuno releyó a Galdós y se reconcilió con su obra. 
Dice así :  
… en aquellas mañanas de Fuerteventura, cuando en la azotea de la mansión en que vivía, en Puerto Cabras, me bañaba el cuerpo desnudo al sol desnudo, frente a la mar consoladora, leía las páginas de Galdós.
…oía a lo lejos, por debajo del silencio de las páginas escritas galdosianas, el rumor de la mar atlántica, el rumor de la mar que lame los bordes del desierto africano. 
…Unamuno, a partir de esta relectura, se reconcilia con su obra, como indica en el comentario al soneto XV de “ De Fuerteventura a París “ y en carta a Ramón Castañeyra del 12 de Abril de 1932.               
                                                                           Pág 244
                                      “ Las agonías insulares de M de Unamuno”

Curiosamente, Unamuno y Galdós  serán esculpidos por Victorio Macho y por Pablo Serrano.

Escultura de Benito Pérez Galdós
Victorio Macho, 1922.
Hecha en piedra caliza y colocada en el muelle de las Palmas,  con la intención de que  fueran las olas las que modelaran dicha obra.

¡Menos mal que fue salvada a tiempo del deterioro que el sol y el agua hubieran producido en ella!
Ahora está en la Casa Museo Pérez Galdós en Las Palmas, a buen recaudo, aunque no se pudo cumplir con la “romántica y un poco alocada voluntad de su escultor “ pues se la hubiese comido el mar, como era su deseo.

Dice así:

“ … que la intemperie y el mar colaboren conmigo; lo que yo no supe hacer, los dedos del viento lo concluirán, y las sales oceánicas, al roer la piedra, le infundirán una tristeza que yo no puedo darle. Mi obra nunca estará completamente bien antes de cien años. Yo la veo vieja, y envuelta en el torbellino de espumas de un golpe de mar ; yo quiero que los huracanes más fuertes se rompan ululando contra ella; yo sueño que “ mi Galdós “ llegue a confundirse con el paisaje y parezca una roca …”

Escultura de Miguel de Unamuno
Victorio Macho, Hendaya, 1929.
Realizada  cuando D. Miguel estaba desterrado allí.  Es un busto del  escritor en bronce y piedra que se encuentra en el Palacio de Anaya, sede de la Facultad de Filología donde él fue profesor, hasta 1934, en que se jubila.                                    
El busto se le pone en recuerdo de todos los años que impartió clase allí.


Benito Pérez Galdós
Pablo Serrano, 1969
En la plaza de ” La Feria”, Las Palmas de Gran Canaria.

Miguel de Unamuno 
Pablo Serrano, 1968
Así define la escultura la escritora salmantina Carmen Martín Gaite: 
“Es como un aguilucho, sacando la cabeza de la mole de pliegos rígidos y oscuros, veteando la nada con sus ojos visionarios .
Y hasta convertido en piedra no puede alejar de sí las obsesiones de la muerte que ensombrecieron su vida”.
 “Rutas de Salamanca en mi recuerdo”, pág 19


Las dos esculturas realizadas por Pablo Serrano, llevan el signo del escultor, se parecen en su estilo.
Se pueden definir ambas, como dos moles abstractas en su conjunto, representando la realidad de las mismas sus cabezas y algún elemento que caracteriza al personaje y que le da su identidad. En el caso de Unamuno su postura es la de caminante pensador, con las manos cogidas atrás,  y en Galdós de la mole sobresalen  dos grandes manos sujetando el bastón, sobre el que apoya su cabeza.
Las fechas de realización de las mismas, Unamuno -1968, Galdós -1969, muestran que el escultor estuvo trabajando casi a la vez sobre las mismas.

2 comentarios:

  1. Enhorabuena, Elena, por tu trabajo. Entusiasmo, ilusión y generosidad que todos los que nos asomamos a esta bitácora te agradecemos.
    Paco Blanco

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  2. Muy bueno Elena. Soy paisano tuyo y me da pena que, tras la campaña destructora que hizo Pildain de Galdós, en Canarias no lo leamos tanto. Valoro y he leído la obra literaria de Unamuno. También valoro sus logros como rector y profesor. Lo que nunca entenderé es la egocéntrica falta de humildad que tenía a la hora de hablar de Galdós y de una prosa y producción literaria enormemente superior a la suya en calidad y cantidad. Creo que su manera de retractarse con las críticas hechas a Galdós es demasiado tibia y no deja en muy buen lugar el ego del filósofo.
    Un saludo y gracias por tu blog.

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